Crítica de Mayans M.C. por Sandris

Creo que todos podemos estar de acuerdo en que un spin off, sea de la serie que sea, siempre va a partir con la desventaja de ser concebido como la sombra de otra producción seguramente bastante exitosa. Peor me lo pones si aún por encima te toca ser el que sale a cantar en el concierto después de ‘Sons of anarchy’. No es porque se trate de una de mis series favoritas ni porque no pueda ser totalmente objetiva, simplemente creo que lo peor que le ha podido pasar a ‘Mayans M.C.’ es su propia concepción de spin off, vivir a la sombra de un producto impecable y ni siquiera molestarse en construir una historia coherente. Se valen de tópicos tan manidos como cansinos, de una masculinidad más tóxica que Chernóbil en la que no tiene lugar la existencia de un (ni uno solo) personaje femenino complejo que no beba los vientos por alguno de los moteros, del copy-paste del personaje de Ezekiel que no deja de ser un eco simplón de Jax con moralinas psicológicas marca Hacendado y de unas tramas tan simples que las podría haber ideado Ralph Wigum.
Es cierto que las dos primeras temporadas sí que parecían un producto más centrado en un relato diferente, enraizado con la cultura mexicana y la violencia de los clubs de moteros, pero tanto la tercera como cuarta temporada se reducen a un despropósito de escenas encadenadas sin ningún tipo de sentido que lo único que propician es que quieras que una de esas motos te pase por encima y que se termine este estúpido sufrimiento.

Mucho machito y poca chicha amigos. Pulsar el botón de "abandonar" estar serie es casi un bonus point para mi salud mental.