Redactada: 2023-12-24
'Buffy, Cazavampiros'. Una de esas series de culto que marcaron a toda una legión de jóvenes y que, pese a ser una entrada fija en la parrilla televisiva de mi adolescencia, jamás había visto entera. Recordaba algunos capítulos sueltos, pero esta ha sido la primera vez que la veía del tirón y la verdad es que me ha sido imposible no engancharme a las aventuras de Buffy Summers, una joven estudiante que alterna su vida de instituto con su rol de cazadora de vampiros. Una premisa no especialmente rompedora salvo por el hecho de que la serie, por paradójico que resulte, iba de casi todo menos de matar vampiros. Es decir, es cierto que el tema vampírico era el principal catalizador argumental y que había peleas en casi todos los episodios, pero 'Buffy' era, principalmente, un acertado retrato de las muchas dificultades de la adolescencia, del complicado paso a la vida adulta y de todos esos demonios internos que no pueden eliminarse a base de agua bendita.

Al fin y al cabo, ese título de «Cazadora» es algo que la propia Buffy nunca deseó; una carga impuesta por el destino y de la que no había forma de escapar. Rompía con el estereotipo de rubia guapa que solo aspiraba a ser animadora para, en su lugar, acabar formando parte del grupo de los raritos. De los inadaptados. Había un conflicto constante entre lo que tanto Buffy como el resto de personajes eran y lo que realmente querían ser; lo cual, además de permitir que cualquier adolescente conectara con ellos, daba pie a un gran desarrollo que se extendería a lo largo de toda la serie. El tono juvenil nunca se abandonaba del todo, pero ese aire inicial de drama de instituto pronto daría paso a nuevos y oscuros caminos donde no faltarían los encontronazos con la muerte, la depresión o las crisis de identidad. 'Buffy' iría ganando en seriedad y profundidad, aunque no por ello renunciaría a su faceta más divertida ni a su condición de historia de aventuras, fantasía y misterios sobrenaturales al más puro estilo Scooby-Doo.

Y sí, es posible que en algunos aspectos haya envejecido regular, pero lo cierto es que, en todo lo demás, 'Buffy' siempre fue una producción adelantada a su tiempo que supo derribar barreras de género, construir personajes femeninos fuertes e independientes y encontrar el equilibrio perfecto entre cultura freak y evasión palomitera. Todo un placer culpable cargado de la característica vis cómica de Joss Whedon, efectos visuales encantadoramente cutres, personajes inolvidables (¿quién no tuvo un crush con Sarah Michelle Gellar, Alyson Hannigan, James Marsters o con todos ellos a la vez?) y momentazos que ya han transcendido la pequeña pantalla. Una serie única para todos aquellos que, al igual que sus protagonistas, nunca acabaron de encontrar su lugar en el mundo. Porque 'Buffy' siempre fue, es y será justamente eso: una reivindicación de lo diferente que nos animaba a creer en aquello en lo que nadie creía, ya fuera en místicos mundos de fantasía o, por qué no, en nosotros mismos.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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