Estación Once

Estación Once es una serie con un enfoque filosófico sobre el fin del mundo. Está basada en la novela de Emily St. John Mandel, la historia se desarrolla en un mundo post-pandemia. Es una propuesta interesante, pero no he conseguido engancharme. Quizás por el ritmo y la narrativa no lineal, tanto salto me ha despistado mucho. Las actuaciones y la estética están bien y con eso se acaba todo

Como ya se prevé en la sinopsis es una serie distopica que sucede después de un brote de gripe mortal.
A primera vista, leyendo la sinopsis puedes pensar que es una más de entre tantas pero aunque en el primer capítulo aún no se percibe del todo en el segundo si, ya nos muestran que la narración no es la típica.
Posiblemente por eso tenga tan poca visibilidad, pero me ha parecido una auténtica maravilla en su conjunto.
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Eso si, a los que les gustan las historias lineales y tener las respuestas de todo, que les gusta que se lo den todo mascado, mejor alejaos porque no la vais a disfrutar

Deprimente, metafórica, lenta y a veces inspiradora. Station Eleven es una serie postapocalíptica que juega con sus propias reglas así que nada de postapocalipsis llenos de acción y lucha frenética por la supervivencia, ni os planteéis verla si eso es lo que buscáis y esperáis. Esta es una serie extremadamente pausada en la que vemos el fin de la civilización como la conocemos a raíz de una pandemia global con un virus que se parece muy sospechosamente al covid. Y luego mucho intimismo y simbolismo, un cómic que algunes han tomado como pseudoprofético, obras de teatro, una compañía ambulante de artistas hippies, niñes terroristas...

Station Eleven es una serie en la que nunca parece estar pasando nada porque todo pasa en los intersticios, en las brechas emocionales de los personajes y en ese torrente onírico de sentimientos que hay por detrás de cada escena, como una pulsión invisible y constante. Una serie extraña, contemplativa y que lógicamente tiene que llevar a opiniones polarizantes: quienes creen que es una tomadura de pelo y quienes creen que es una especie de mística obra de arte. Sin llegar a ese punto reconozco que a mí me ha gustado más de lo que esperaba, pero porque esperaba a verla en un mood muy concreto, somnoliento y oscuro, antes de dormirme.

Tiene sus altibajos, evidentemente algunos capítulos son bastante más peñazo que otros. Y está toda esa presencia tan pedante y presuntuosa del mundo shakespeariano con la que sé que quieren decirnos algo pero que a mí me ha dado un poco igual. La actriz infantil de Kirsten me ha encantado, realmente sufrí por ella. Otros personajes no los he comprendido, por ejemplo Alex y su relación con Kirsten, para mí incomprensible. El primer episodio del aeropuerto está muy bien y es bonito y reconfortante ver cómo al final todos los personajes están unidos de una u otra manera, como si sus caminos se hubiesen ido cruzando hasta crear un mapa más grande. Se las arreglan para crear momentos muy emotivos (bastante impulsados por el buen hacer de su banda sonora), aunque hay personajes que salen mejor parados que otros en esta enigmática historia.

No diré que es una serie fácil ni accesible, ni la recomendaré demasiado porque creo que es muy personal. Pero si te van las series más líricas y pausadas donde parece que te están contando algo mucho más grande todo el rato, Station Eleven podría ser para ti.