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Pacomz
3 / 10
Decepción 1: es una serie pretenciosa que busca a base de dejarte tan miope como al prota, con movimientos lentos de cámara y alguna voz en off como que te está lanzando un mensaje críptico - pretencioso que creas que estás ante algo profundo.
Decepción 2: el prota, a pesar de ser un tipo grande y que fuma al estilo de Clint Eastwood, es un lerdo pasivo y patético, que le pegan mamporrazos todo el tiempo sin verlos venir y que no hace más que babear y llorar como un crío por su esposa desaparecida.
Pasivo, patético, un atontado que no sabe nada de nada, pero que tiene la suerte de que el contexto le vaya llevando y empujando hacia la resolución del asesinato (conectado con su desaparecida esposa).
La esposa desaparecida: una olivia-popeye reseca y desequilibrada, egoísta e infiel, siempre con sus secretitos de malfollada, propensa a volver con su malote del pasado (dejando al poli-gilipollas en la estacada).
Poli que ya la salvó del suicidio cuando se conocieron y que vuelve a suicidarse, y esta vez lo consigue, para entrar en la tercera ciudad que tanto anhelaba.
Decepción 3: Los episodios de 1 hora se me hicieron eternos. Todo el rato pretendían te sumergieras en su atmósfera asfixiante y con toques trascendentales con lucecitas cegadoras y primeros planos borrosos de movimientos de cámara borrachuzo.
Al final un bodrio aburrido y decadente con un oso llorón que sólo golpea los objetos de su despacho cuando pierde los estribos; y es que el prota todo el tiempo está desbordado por los acontecimientos, nunca toma la iniciativa, todos a su alrededor son más interesantes y activos: un poli de pacotilla, resultón por el tamaño, la mirada entrecerrada para encender el pitillo, pero más simple que el mecanismo de un botijo.
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El contexto pretendidamente profundo hubiera podido dar más de sí, mucho más: las dos ciudades con la frontera común buscan una tercera ciudad "en medio" de la dos (en medio, arriba, abajo, otra dimensión...), que por algo que nunca alcancé a saber (cabezadas que me iba dando) les parecía motivo de temor y disputa; tal vez querían apropiarse de las maravillas que albergaban; una especie de sangrilá urbanita para dos ciudades decadentes, prepotentes y agobiantes.
Un sinsentido con aires de grandeza cósmica.
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