Tokyo Vampire Hotel

Historias de vampiros hay muchas; directores como Sion Sono muy pocos. Solo así, desde la retorcida y creativa mente del cineasta japonés, se puede entender la desfasadísima reinvención del mito vampírico concebida en 'Tokyo Vampire Hotel', una suerte de orgía estilística —y, por momentos, también literal— cargada de sangre, sexo y luchas de poder. Todos los vicios recurrentes de Sono materializados, ya sea para bien o para mal, en la cruenta guerra de clanes que enfrenta al ancestral linaje de Drácula con los Corvin, un grupo de neovampiros entregados al hedonismo más decadente y cuya sed de sangre, tan implacable como lujuriosa, les ha llevado a montar su propio criadero personal de humanos en un exclusivo hotel alojado, y agárrense que vienen curvas, en el interior de una vagina interdimensional que conecta con la mismísima Transilvania. El mundo al borde de un apocalipsis vampírico y la peña de fiesta en un chumino gigante. Sion Sono en estado puro y sin nadie que ponga freno al que ya es, al menos hasta donde yo he podido ver, su trabajo más demencial.

Todo un alarde de libertad creativa con el que el director, quien incluso convenció a Amazon para irse a rodar a Rumanía, reconvierte el tan peculiar hotel en un dantesco bastión sobre el que tendrá lugar la mayor parte de su historia. Las claustrofóbicas y vistosas estancias del hotel, vestidas de vibrantes colores sobresaturados, se erigen como el núcleo central donde Sono, haciendo gala de su gusto por llevar nuestra cordura y la de sus personajes al límite, irá dando forma a un guion demasiado críptico e irregular como para justificar sus muchos excesos. No deja de ser la misma fórmula que define a casi todas sus películas, solo que algo lastrada, quizás fruto de su prolongado formato episódico, por continuos altibajos donde tan pronto tendremos caóticas y salvajes peleas como eternos diálogos pseudofilosóficos que no se sabe muy bien a dónde quieren ir a parar. Una auténtica bizarrada que sin duda tendrá su público pero que para muchos, y haciendo alusión a la desconcertante estructura vaginal del dichoso hotelito, se acabará haciendo un tremendo coñazo.

'Tokyo Vampire Hotel' va claramente de más a menos, comienza con la energía caótica habitual de Sono acompañada de una premisa original y atractiva, pero termina disipándose en la nadería de sus relaciones y recreándose en una trama que pasa de lo emocionante a lo vacuo y de lo intrigante a lo absurdo. Dura demasiado para lo poco que tiene que ofrecer, y pesa bastante cuando lo mejor que tiene está en sus primeros capítulos. No es un mal viaje para cualquier seguidor del director, mas tampoco puedo decir que merezca la pena.