Críticas de Nana
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Dos chicas llamadas Nana se conocen en un tren rumbo a Tokio. Una busca éxito con su banda de punk rock, mientras la otra sigue a su novio. Al decidir vivir juntas, sus vidas se entrelazan en una historia de amistad, amor y sueños en la gran ciudad.
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8 / 10
Hey, Nana:
Comencé este anime pensando que ibas a contarme una historia de amor como cualquier otra, pero lo termino con el corazón destrozado y no solo por sus dramas personales y romances imposibles, sino también por su desgarradora forma de retratar los lazos afectivos, las malas decisiones y, en cierto modo, lo que significa asumir que nada, por mucho que deseemos lo contrario, es para siempre. Por, en definitiva, reflejar la vida tal y como es, con toda lo bueno y lo malo, y hacerlo, además, desde la expresiva mirada de nuestras jóvenes protagonistas: Nana Komatsu y Nana Ōsaki, dos chicas completamente opuestas que, pese a no tener nada en común más allá de su nombre, acabarán cruzando destinos en su particular viaje hacia la madurez. Un camino ya de por sí bastante complicado que la serie, colocando el carácter ingenuo, voluble y enamoradizo de una frente a la personalidad arrolladora y resolutiva de la otra, utiliza para contraponer el espíritu idealista de quienes aún están descubriendo el mundo, tan llenos de sueños como de esperanzas, con todo cuanto la siempre caprichosa realidad nos tiene reservado.
Una visión quizás algo descorazonadora de la vida que la serie, por suerte, se encarga de acompañar de mucha ternura, de un divertido toque cómico y, sobre todo, de un enfoque bastante realista de lo que supone dar el paso definitivo a la vida adulta. En ese sentido se agradece enormemente lo mucho que se aleja de otros animes de temática similar para, en su lugar, ofrecernos un acercamiento más realista —al menos hasta cierto punto— a todo lo que implica salir del nido familiar, afrontar los primeros fracasos amorosos o, entre otros temas más delicados, el tener que lidiar con la dependencia emocional, las relaciones tóxicas o la pesada carga de las expectativas incumplidas. Toda una montaña rusa de emociones cargada de humor absurdo, reflexiones vitales y grandes personajes que, al final, no deja de ser más que una sincera y emotiva oda a la amistad y, muy especialmente, a todas esas almas cuyo brillante paso por nuestra vida, por muy efímero que este sea, hace que todo en ella sea un poquito menos duro y, desde luego, mucho más inolvidable.
Comencé este anime pensando que ibas a contarme una historia de amor como cualquier otra, pero lo termino con el corazón destrozado y no solo por sus dramas personales y romances imposibles, sino también por su desgarradora forma de retratar los lazos afectivos, las malas decisiones y, en cierto modo, lo que significa asumir que nada, por mucho que deseemos lo contrario, es para siempre. Por, en definitiva, reflejar la vida tal y como es, con toda lo bueno y lo malo, y hacerlo, además, desde la expresiva mirada de nuestras jóvenes protagonistas: Nana Komatsu y Nana Ōsaki, dos chicas completamente opuestas que, pese a no tener nada en común más allá de su nombre, acabarán cruzando destinos en su particular viaje hacia la madurez. Un camino ya de por sí bastante complicado que la serie, colocando el carácter ingenuo, voluble y enamoradizo de una frente a la personalidad arrolladora y resolutiva de la otra, utiliza para contraponer el espíritu idealista de quienes aún están descubriendo el mundo, tan llenos de sueños como de esperanzas, con todo cuanto la siempre caprichosa realidad nos tiene reservado.
Una visión quizás algo descorazonadora de la vida que la serie, por suerte, se encarga de acompañar de mucha ternura, de un divertido toque cómico y, sobre todo, de un enfoque bastante realista de lo que supone dar el paso definitivo a la vida adulta. En ese sentido se agradece enormemente lo mucho que se aleja de otros animes de temática similar para, en su lugar, ofrecernos un acercamiento más realista —al menos hasta cierto punto— a todo lo que implica salir del nido familiar, afrontar los primeros fracasos amorosos o, entre otros temas más delicados, el tener que lidiar con la dependencia emocional, las relaciones tóxicas o la pesada carga de las expectativas incumplidas. Toda una montaña rusa de emociones cargada de humor absurdo, reflexiones vitales y grandes personajes que, al final, no deja de ser más que una sincera y emotiva oda a la amistad y, muy especialmente, a todas esas almas cuyo brillante paso por nuestra vida, por muy efímero que este sea, hace que todo en ella sea un poquito menos duro y, desde luego, mucho más inolvidable.
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