Escuadrón suicida isekai

Nunca pensé que podría necesitar un anime protagonizado por los miembros del Escuadrón Suicida y, una vez visto 'Suicide Squad Isekai', ya puedo confirmarlo: efectivamente, no lo necesitaba. Ni yo ni el mundo, vaya. Y no porque la idea de introducir a algunos de los personajes más icónicos, carismáticos y macarras de todo DC en un mundo de magia y fantasía no fuera, como mínimo, interesante, sino porque la forma de llevarla a cabo, al menos en cuanto a nivel argumental se refiere, nunca parece poder —o querer— escapar de su particular zona de cómodo conformismo. Esto ocurre porque la premisa, por muy explosiva que resulte a priori, acaba echando mano de todos los estereotipos posibles de ambas realidades para, por desgracia, ni ser capaz de destacar dentro del sobresaturado género de los isekais ni, por supuesto, dentro del abanico de buenas adaptaciones que varios de estos personajes —como Peacemaker, Harley Quinn o el propio Escuadrón en el live action de James Gunn— han recibido tanto para cine como televisión en los últimos años.

Y bueno, que la historia no destacase a nivel argumental era algo que, al menos hasta cierto punto, se encontraba dentro de lo esperable, pero luego viene el verdadero problema de la serie: sus personajes. No porque no se respete la esencia de sus homólogos originales, sino porque su desbordante caracterización, muy regida por los códigos internos del anime, puede acabar resultando, como poco, excesiva. Esto implica que la extravagancia innata de cada personaje, ya bastante intensita de por sí, se funde con la excentricidad propia de la comedia japonesa para, entre otros aspectos, dar lugar a un explosivo cóctel donde Harley es mucho más histriónica de lo normal, Clayface es una especie de Michael Jackson en versión seductora y Joker, pese a tener una participación más reducida que el resto, es lo suficientemente insufrible como para que den ganas de abofetearlo en todas y cada una de sus escenas. Si esta era la idea de DC para su particular multiverso de la locura, yo, desde luego, prefiero quedarme en el mío.