Crítica de Ultimátum a la Tierra por MrPenguin

Puede que, vista ahora, cuando se cumplen casi tres cuartos de siglo desde su estreno, 'The Day The Earth Stood Still' no impacte tanto como lo hizo en su día, pero lo cierto es que estamos ante un título icónico en la historia de la ciencia ficción y ante un más que interesante retrato sociopolítico de la época. A fin de cuentas, el mundo se encontraba en un delicado momento en el que todavía estaba escapando del fantasma de la Segunda Guerra Mundial mientras, a la vez, se adentraba en una nueva era de incertidumbre propiciada por la Guerra Fría y el temor a un ataque nuclear a gran escala. Estos miedos se trasladan a la película a través de la llegada a nuestro planeta de Klaatu y Gort, dos alienígenas que vienen a advertirnos, de manera amistosa pero sin concesiones (Gort es capaz de fulminar cualquier cosa con la mirada), sobre la peligrosa deriva histórica de nuestra sociedad. Pero claro, buscar el entendimiento en una especie que sale de una guerra para entrar en otra, que construye bombas como medida de disuasión y que da la bienvenida a un OVNI con tanques y soldados es, como poco, complicado.

Y sí, que nos vengan a hablar de paz mientras hacen alarde de su poder destructivo resulta bastante curioso de primeras, aunque también podemos verlo como una forma de reflejar nuestra propia naturaleza y mostrar que, en ocasiones, solo somos capaces de sentarnos a hablar cuando ya estamos con el agua al cuello. La lectura parece bastante desoladora, pero la verdad es que la película se mantiene siempre fiel tanto a su incansable tono optimista, casi ingenuo, como a un esperanzador mensaje pacifista que, por muchos años que hayan pasado, todavía sigue siendo necesario en la actualidad. Por supuesto, otros aspectos —como los efectos especiales— no han resistido tan bien el paso del tiempo, aunque el enorme cariño puesto en su diseño logra suplir cualquier carencia para dejarnos una película totalmente atemporal, con ese encanto tan particular del cine clásico y una ambientación muy conseguida. Todo un clasicazo de su género y un valioso recordatorio sobre las contradicciones morales inherentes al ser humano y sobre su infinita capacidad para la autodestrucción que, sin duda, merece la pena descubrir.