Crítica de Terciopelo azul por MrPenguin
Redactada: 2022-08-14
Un colorido y apacible pueblo norteamericano, un día soleado y los delicados versos de la mítica 'Blue Velvet' de fondo. La cámara nos lleva por este bucólico escenario para, de repente, introducirse bajo tierra y mostrarnos una realidad mucho menos amable. Con esta breve escena —toda una declaración de intenciones en sí misma— daba comienzo la extraña y sugerente 'Blue Velvet', el cuarto largometraje de David Lynch y el germen, tanto a nivel estilístico como narrativo, de lo que posteriormente sería 'Twin Peaks'. Esa contraposición entre luz y oscuridad, presente incluso en las propias líneas de la canción ("Bluer than velvet was the night, softer than satin was the light"), acaba explotando cuando el joven Jeffrey (interpretado por un gran Kyle MacLachlan) se encuentra, por pura casualidad, con una oreja humana mientras pasea por un descampado; un misterio que le hará adentrarse en la cara oculta de la ciudad y, al mismo tiempo, en la de su propio mundo interior.
Así, y con la premisa de la investigación criminal como excusa, Lynch va poco a poco construyendo una historia llena de claroscuros, metáforas visuales e imágenes perturbadoras. La dicotomía entre conceptos opuestos, tema recurrente en la carrera del director, encuentra en ese microcosmos lynchiano el escenario perfecto para reflejar la fragilidad de nuestra escala de valores; algo que además encarna a través del que, a priori, es el lado luminoso de esta historia: el propio Jeffrey. La lectura fácil sería asumir que el bien y el mal no pueden existir el uno sin el otro, pero creo que Lynch va un paso más allá y nos sugiere que tanto la luz como la oscuridad están contenidas en sus propias contrapartes y que ambas son inherentes a la propia condición humana. Una interesante visión con la que el director nos sumerge en un inquietante universo de pesadilla donde la curiosidad, el morbo y la fascinación más enfermiza se conjugan en una experiencia irrepetible.
Ya lo dicen varios personajes a lo largo de la película: "Es un mundo extraño". Y, en mundos extraños, pocos pueden rivalizar con el maestro Lynch.
Así, y con la premisa de la investigación criminal como excusa, Lynch va poco a poco construyendo una historia llena de claroscuros, metáforas visuales e imágenes perturbadoras. La dicotomía entre conceptos opuestos, tema recurrente en la carrera del director, encuentra en ese microcosmos lynchiano el escenario perfecto para reflejar la fragilidad de nuestra escala de valores; algo que además encarna a través del que, a priori, es el lado luminoso de esta historia: el propio Jeffrey. La lectura fácil sería asumir que el bien y el mal no pueden existir el uno sin el otro, pero creo que Lynch va un paso más allá y nos sugiere que tanto la luz como la oscuridad están contenidas en sus propias contrapartes y que ambas son inherentes a la propia condición humana. Una interesante visión con la que el director nos sumerge en un inquietante universo de pesadilla donde la curiosidad, el morbo y la fascinación más enfermiza se conjugan en una experiencia irrepetible.
Ya lo dicen varios personajes a lo largo de la película: "Es un mundo extraño". Y, en mundos extraños, pocos pueden rivalizar con el maestro Lynch.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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