Redactada: 2019-04-14
Emilio Martínez-Lázaro viene a ser lo que llamamos un artesano, un hombre con oficio que sabe sacar adelante los proyectos que coge, sin convertirlos en arte, pero con una solvencia envidiable. Y en su "segunda juventud" le ha llegó el éxito taquillero con Ocho apellidos vascos.
Cuando un film pasa de famoso a "viral" lo que primero fueron halagos se torna en crítica feroz y el consabido "no es para tanto", pero si nos abstraemos del "fenómeno", Martínez-Lázaro ya contaba con comedias entrañables como Amo tu cama rica o El otro lado de la cama.
Su última película, Miamor perdido, es otra comedia solvente, casi entrañable que, partiendo de elementos clásicos del género, construye unos personajes repletos de encanto, con las típicas situaciones de enredo y el final esperado.
Argumentalmente me ha recordado a la muy recomendable Quiéreme si te atreves (2003), aunque mucho menos arriesgada, y está repleta de referencias que gustarán a los cinéfilos y demás bichos raros.
Los personajes están construidos a medida para los protagonistas y se agradece reencontrarse con algunos secundarios como Pablo Carbonell. El único pero es que el resultado reconforta, pero no entusiasma... en los tiempos que corren, casi que lo doy por bueno.
Guion
3 ✮
Banda sonora
0 ✮
Interpretación
3 ✮
Efectos
0 ✮
Ritmo
4 ✮
Entretenimiento
3 ✮
Complejidad
2 ✮
Sentimiento
0 ✮
Duracion
0 ✮
Credibilidad
2 ✮
Fotografía
0 ✮
Dirección
3 ✮

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