Crítica de Malcolm & Marie por Sandris

‘Malcolm & Marie’ es una de esas cintas que podríamos tildar como “viejóvenes”, una película con un tremendo aire y regusto a ese Hollywood clásico, antigua y nostálgica. Filmada en un precioso blanco y negro, su cinematografía es poética. Sam Levinson, el poeta de turno, utiliza todo un arsenal de recursos para afianzar un inmejorable guion que te deja completamente exhausto. Una película de una intensidad apabullante que he tenido que pausar en más de una ocasión gracias al acuchillamiento verbal que protagonizan Zendaya y John David Washington. La obra nos presenta a Malcom, un director de cine en ciernes que viene de estrenar su primera película y aguarda con ansiedad las primeras críticas de la misma. Mientras que su novia Marie le increpa por haberse olvidado de ella en su discurso de agradecimiento. A partir de este momento se produce una batalla dialéctica de primer nivel, un Aristóteles contra Platón en clave casi matrimonial. Los silencios de la pareja, las decepciones, infidelidades, humillaciones, adicciones y vanidades suponen un terremoto en que las palabras se convierten en balas y todo vale para destrozar al otro.
Empieza siendo una película romántica, para acabar erigiéndose como el epítome de la toxicidad en una relación de pareja. Las cosas que ocultas, las pequeñas venganzas y los reproches acaban dinamitando todo lo que creías que era el amor. También hay hueco para una descarnada crítica hacia los críticos profesionales de cine (alguno se habrá quedado temblando en el sofá).

Intensa, agotadora, descorazonadora pero fantástica. Zendaya brilla como una estrella en el cielo nocturno. Refulge y nunca se apaga.