Crítica de Longlegs por Sandris

Perece que en los últimos tiempos, los cinéfilos o más bien los críticos de cine están enfermos de nostalgia. No dejan de buscar continuaciones de las obras cumbre de la cinematografía, elevando el hype hasta las nubes y obviando los puntos flacos. Se ha dicho mucho de ‘Longlegs’ antes de que estuviese casi estrenada, que si era la nueva ‘Zodiac’, la nueva ‘El silencio de los corderos’ o un nuevo spin off de ‘Twin Peaks’. Y esto no suele sentar bien a ninguna película, porque genera una expectación muy mal gestionada. No engaño a nadie al decir que me considero adicta a todos los contenidos que tengan que ver con serial killers, true crime o thrillers psicológicos enraizados en el terror más primitivo que no te dejan ni respirar. Y esto es lo que me esperaba encontrar en la cinta de Osgood Perkins, pero lamentablemente no ha sido así.

Mayka Monroe, que ya tiene experiencia en psicopatismos tras haber protagonizado ‘It follows’, encarna aquí a una agente del FBI con su típico pasado tenebroso en busca de un asesino en serie que tiene en jaque a todo el mundo. El asesino deja una nota codificada en cada escenario del crimen y será nuestra protagonista, Lee Karker, la encargada de desenmarañar el misterio que asola su propia vida. Como suele ser habitual en este tipo de producciones, tenemos varios tópicos sobre los que se sustenta la historia; a saber, la policía traumatizada a causa de un oscuro pasado, metódica y con una intuición especial y, por otro lado, a un asesino que quiere jugar con ella para descubrir donde están sus límites. Siendo así, no creo que ‘Longlegs’ invente nada nuevo y quizás su mayor error haya sido la excesiva atención recibida por parte de la prensa especializada. Es una buena película policíaca con tintes sobrenaturales y con un Nicolas Cage que ha sabido hacer arte a base de ser un meme constante, pero tampoco es la maravilla que nos quisieron vender.