Crítica de Entrevista con el vampiro por MrPenguin
Redactada: 2024-10-29
Treinta años, casi detenidos en el tiempo como la existencia de sus protagonistas, se cumplen ya desde el estreno de 'Entrevista con el vampiro'. Treinta años desde que un vampirizado Brad Pitt, dando vida al atormentado Louis de Pointe du Lac, nos revelase los orígenes de su maldición cuando, tras haber perdido todo cuanto amaba, decidiera ofrecer su cuello a los afilados colmillos del inmisericorde Lestat. Era, como bien sugería la saga literaria de Anne Rice, el inicio de sus crónicas vampíricas y, a su vez, el de la constante pugna contra sus todavía latentes destellos de humanidad. Un personaje complejo, lleno de matices y que servía como la contraparte perfecta de Lestat —un entregadísimo Tom Cruise—, ese vampiro egoísta y seductor cuyo afán por convertir humanos, como en el caso del propio Louis, obedece más al deseo de aplacar su soledad que a la compasión del que busca calmar el dolor ajeno. Las dos caras de la inmortalidad enfrentadas en uno de los relatos de vampiros más tristes y, al mismo tiempo, hermosos que nos ha dejado el séptimo arte.
La película, siguiendo la estela de la novela homónima de Rice —autora también del guion—, rescataba así esa figura ya perdida y romantizada del vampiro victoriano para, de algún modo, ponerlo a la altura de sus víctimas. Para humanizarlo. Para cristalizar tanto el pesar derivado de la imperecedera existencia como, en consecuencia, las pulsiones más viscerales que ella despierta. Perder a los seres amados fruto de su mortalidad o sentenciarlos al abismo perpetuo. La ambigüedad de la noche escenificada en una pasional, perversa e hipnótica reinvención del mito vampírico tan sugerente en el plano audiovisual, de melancólicas partituras y fastuosa puesta en escena, como en su forma de reflejar toda esa amargura, digna heredera del romanticismo gótico más sombrío, que esconde la vida inmortal. El más bello y trágico retrato de todas esas almas perdidas en la infinidad del tiempo y, con ellas, el de sus historias de amor rotas y condenadas, como aquellos que las vivieron, a seguir sangrando por toda la eternidad.
La película, siguiendo la estela de la novela homónima de Rice —autora también del guion—, rescataba así esa figura ya perdida y romantizada del vampiro victoriano para, de algún modo, ponerlo a la altura de sus víctimas. Para humanizarlo. Para cristalizar tanto el pesar derivado de la imperecedera existencia como, en consecuencia, las pulsiones más viscerales que ella despierta. Perder a los seres amados fruto de su mortalidad o sentenciarlos al abismo perpetuo. La ambigüedad de la noche escenificada en una pasional, perversa e hipnótica reinvención del mito vampírico tan sugerente en el plano audiovisual, de melancólicas partituras y fastuosa puesta en escena, como en su forma de reflejar toda esa amargura, digna heredera del romanticismo gótico más sombrío, que esconde la vida inmortal. El más bello y trágico retrato de todas esas almas perdidas en la infinidad del tiempo y, con ellas, el de sus historias de amor rotas y condenadas, como aquellos que las vivieron, a seguir sangrando por toda la eternidad.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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Comentarios
Mil gracias :D. Yo es que no si fue por la calidá de la peli o por la relación homovampírica entre Brad Pitt y Tom Cruise, pero el caso es que estaba inspirado :').
La tengo pendiente desde hace mil años, pero vamos que con esta poeticidad que te gastas, me la pongo la number one en la lista :D.