Crítica de El silencio de un hombre (El samurái) por MrPenguin
Redactada: 2023-07-23
"La profunda soledad de un samurái solo es comparable a la de un tigre en la jungla". Con esa cita, extraída del Bushidō —o código de honor del samurái—, arrancaba 'El silencio de un hombre', uno de los títulos más aclamados del conocido como cine polar francés —heredero del noir norteamericano— y, como esa frase inicial nos anticipaba, un oscuro retrato sobre la soledad más desgarradora. Así nos lo ejemplifica la figura de nuestro protagonista, Jeff Costello, un asesino a sueldo que logra rescatar toda la esencia del gángster clásico: hombre de pocas palabras, gabardina hasta las orejas y con un cigarrillo siempre pegado a los labios. Tras ser traicionado por aquellos en quienes confiaba, todo el pequeño universo de Costello comenzará a derrumbarse mientras la película, siempre a través de una estilizada puesta en escena, va creando un clima cada vez más opresivo y desangelado. Una representación distante, desapegada y, por momentos, tan fría como la propia mirada de un protagonista más solo ante el peligro que nunca.
Esa misma frialdad, acompañada además por un marcado minimalismo formal, dota a la película de una atmósfera realmente peculiar, poética incluso, que renuncia a todo lo meramente superfluo para centrarse en el propio pesar de Costello y en la fatalidad que le rodea. Jean-Pierre Melville, haciendo las veces de director y coguionista, nos entrega así una historia pausada, introspectiva y enigmática, conducida a través de un extenso repertorio de planos secuencia, travellings y demás técnicas cinematográficas y apoyada en el carisma de un jovencísimo Alain Delon en el papel del hermético y metódico Costello. Un extraño exponente del neo-noir, hoy elevado a categoría de film de culto, que quizás no acabe de encajar en el concepto que tenemos ahora de un thriller policíaco al uso, pero que no solo se sigue situando como un más que interesante ejercicio de estilo, sino también como un atemporal reflejo de toda esa angustia vital del lobo solitario, del samurái sin señor y, en definitiva, de todo aquel que sabe que lo único que le queda es el silencio.
Esa misma frialdad, acompañada además por un marcado minimalismo formal, dota a la película de una atmósfera realmente peculiar, poética incluso, que renuncia a todo lo meramente superfluo para centrarse en el propio pesar de Costello y en la fatalidad que le rodea. Jean-Pierre Melville, haciendo las veces de director y coguionista, nos entrega así una historia pausada, introspectiva y enigmática, conducida a través de un extenso repertorio de planos secuencia, travellings y demás técnicas cinematográficas y apoyada en el carisma de un jovencísimo Alain Delon en el papel del hermético y metódico Costello. Un extraño exponente del neo-noir, hoy elevado a categoría de film de culto, que quizás no acabe de encajar en el concepto que tenemos ahora de un thriller policíaco al uso, pero que no solo se sigue situando como un más que interesante ejercicio de estilo, sino también como un atemporal reflejo de toda esa angustia vital del lobo solitario, del samurái sin señor y, en definitiva, de todo aquel que sabe que lo único que le queda es el silencio.
Guion
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Banda sonora
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Interpretación
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Efectos
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Ritmo
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Entretenimiento
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Complejidad
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Sentimiento
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Duracion
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Credibilidad
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Fotografía
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Dirección
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