Redactada: 2022-09-21
Como en toda adaptación a la gran pantalla, nos preguntamos si estará a la altura, o si se tratará de una gran decepción. En primer lugar, no es fácil llevar a la pantalla un libro tan particular como El perfume, de Patrick Süskind. Algo tan abstracto como los olores es mucho más complejo en el formato visual que en la literatura, la cual permite profundizar más en los detalles y aportar mucha información sobre la personalidad de este asesino de mujeres. Aún así, el director ha conseguido plasmar lo más importante para nuestro protagonista Jean-Baptiste: los olores de las plantas, las flores, la fruta, de las piedras húmedas de los ríos, de los quesos y embutidos de los mercados, pero sólo uno de ellos consigue trastocarle: el aroma femenino.

Al comienzo de la película, lo primero que te atrae y te repugna al mismo tiempo es el mercado de París del siglo XVIII, que han recreado lleno de gente mugrienta, con todos los desperdicios de pescado y carne putrefacta; un asco es decir poco.
Los efectos visuales de la cámara, como la ralentización o el zoom, se usan para mostrarnos el objeto que está desprendiendo el olor, así se consigue que no nos perdamos ni un detalle. Incluso podemos ver los poros o el vello en la piel de las personas; es alucinante.
La música se funde perfectamente con las imágenes para que podamos "oler y sentir" lo mismo que el protagonista. La partitura es preciosa, compuesta principalmente por un coro lírico, cuyas dulces voces nos ponen la piel de gallina... Aún oigo algunos acordes de la película.

Durante esta secuencia nos acompaña el narrador, quien irá apareciendo a medida que avanza la trama para profundizar en la historia y darnos algún dato importante, pero no estorba en ningún momento.

La acción está muy bien repartida y el argumento mantiene un buen ritmo para la comprensión de la trama. Al espectador nunca le sobra ni le falta información.
Mentiría si dijera que algunas escenas no se me hicieron un tanto lentas, pero no fue nada excesivo.

A lo largo de la película se ve cómo todas las personas que abandonan a Jean-Baptiste en sus diferentes etapas de la vida, acaban muriendo. Fue un detalle que me hizo gracia, como si fuera un castigo por no proteger o apreciar a alguien con semejante don en la nariz.
Y finalmente, tras la macabra selección de jóvenes virginales, Jean-Baptiste crea el perfume perfecto: un aroma capaz de doblegar la voluntad de la gente y que sienta un amor infinito hacia la persona que lo despide.
Me encantó que el asesino utilice su propia creación para manipular los sentimientos del pueblo y que todos acaben deseando su amor. Sin embargo, el final de la película no me gustó demasiado, pues quería que Jean-Baptiste viviera.
Hacia el final, cuando ya tiene el perfume perfecto y logra un control sexual sobre todas las personas, se da cuenta de que eso no es lo que quiere. Sólo necesita que le amen, pero su preciado perfume tampoco se lo puede dar. Esa es la razón por la que decide acabar con su vida a manos de su creación.


Y después de todo este parrafón, ¿cuál es mi interpretación? Jean-Baptiste sólo quiere amor, así de simple; algo que se le niega desde que nace. Por esa razón quiere conservar el aroma de la primera joven a la que mata sin querer, de la cual se enamoró por el olor que desprendía su piel.

En cuanto al reparto principal, Ben Whishaw actúa de maravilla dando vida a este ser salvaje y primitivo que llega al mundo sin lazos afectivos y jamás conoce el cariño. Un ser imperceptible que, tan sólo con los ojos o la nariz, es capaz de trasmitir muchos más sentimientos que con las palabras.
Dustin Hoffman interpreta bastante bien su papel y evita los amaneramientos que tendría un personaje como el perfumista italiano. Aunque no sé si eligieron al actor adecuado...
En cuanto a Alan Rickman (nuestro querido/odiado profesor Snape) es un gran actor, pero en esta ocasión apenas cambia de expresión en toda la película, salvo su rendición en el final, donde expresa una mezcla de adoración, culpabilidad y odio hacia Jean-Baptiste.
Y entre todas las víctimas de la película, la número trece es la más importante, interpretada por una Wendy muy crecidita: la actriz Rachel Hurd-Wood.

La película, que dura unas dos horas y veinte minutos, no se hace pesada en ningún momento. Incluso da ganas de leer el libro.

A los que no lo habéis leído, os la recomiendo porque es una buena película que interesa y atrapa al espectador. En cambio, si lo habéis leído tal vez le encontréis muchas pegas si la comparáis con el original; quién sabe...

Saludos ;)
Guion
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Interpretación
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Efectos
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Entretenimiento
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