Crítica de Dead Leaves por MrPenguin

Si parpadeas, te lo pierdes. Esa frase sirve para describir a la perfección casi cualquier trabajo del gran Hiroyuki Imaishi, pero seguramente ninguna de sus obras lo refleje mejor que la delirante 'Dead Leaves', su explosivo debut como director y otra prueba más de su desbordante capacidad creativa. La película, de apenas 45 minutos, narra las aventuras de Retro y Pandy, dos peculiares personajes que un buen día se despiertan desnudos, sin recuerdos y perseguidos por las autoridades de una extraña y distópica realidad donde casi todo tiene cabida: desde televisores en lugar de cabezas hasta taladros en vez de miembros viriles. Una absurdísima paleta de posibilidades que nuestros protagonistas, tras ser encarcelados en la siniestra prisión de Dead Leaves, utilizarán para intentar escapar de tan temible lugar y de las brutales prácticas que allí se aplican. Posiblemente la huida más demencial de la historia del anime comprimida en un salvaje, trepidante y divertido mediometraje que no deja ni un solo segundo de respiro al espectador.

De hecho, los propios excesos de la película pueden ser a la vez lo mejor y lo peor de ella, ya que es tan fácil dejarse llevar por su gamberrísima espiral de violencia, sexo y destrucción como acabar saturado ante la infinidad de fumadas que el guion nos tiene reservadas. Da incluso la sensación de que nunca se llega a exprimir al máximo todo el potencial que esa premisa encerraba, aunque también es verdad que no parece que 'Dead Leaves' pretendiera ofrecer más de lo que finalmente da: mucho cachondeo, un ritmo endiablado, una animación colorida y llena de vida, acción por un tubo y adrenalina constante enchufada en vena. Tres cuartos de hora de puro descontrol para los amantes de la animación más irreverente y frenética y para los que quieran ver los inicios del genio tras títulos tan míticos como 'Kill la Kill', 'Tengen Toppa Gurren Lagann' o 'Cyberpunk: Edgerunners'.