Crítica de Bienvenidos a Zombieland por MrPenguin

En general no suelo ser un gran entusiasta del cine de muertos vivientes, pero la verdad es que he disfrutado bastante de la ya icónica 'Bienvenidos a Zombieland', una divertida gamberrada que funciona igual de bien como road movie apocalíptica que como parodia del subgénero zombie. Ese factor subversivo se aprecia ya desde su genial prólogo, una especie de guía de supervivencia en la que nuestro peculiar protagonista —un nerd con escasas dotes sociales— nos explicará cómo empezó todo el pifostio y cómo él, dentro de su reconocida inutilidad, ha logrado mantenerse a salvo de la horda de comecerebros. No solo es un buen arranque para ir definiendo el factor cómico de la película, sino que además nos deja claro que no estamos ante la típica historia con personajes heroicos de moral intachable. De hecho, todos ellos son algo egoístas a su manera, pero eso sirve para reflejar a la perfección la dificultad de vivir en un mundo en el que no puedes fiarte ni de tu propia sombra.

Todo esto no sería posible sin el buen hacer de un carismático reparto que, aparte de reforzar todavía más esa ruptura de los arquetipos clásicos del cine de zombies, logra construir una divertida dinámica entre el variopinto grupo de personajes. A Jesse Eisenberg —muy cómodo en su protagónico papel de panoli entrañable— se suman nombres tan dispares como los de Woody Harrelson —un cuarentón pasota cuya principal motivación es volver a degustar un pastelito Twinkie— o Emma Stone —una oportunista que hará lo necesario para sobrevivir—; perfiles bastante diferentes entre sí pero unidos por un sentimiento común de soledad y por la necesidad de encontrar un nuevo lugar en el mundo a base de patear culos zombificados. En definitiva, un desenfadado entretenimiento con bastantes dosis de comedia negra, una pizca de sangre y algunas pinceladas de emotividad para pasar hora y media de pura evasión palomitera y de antojo por los Twinkies. O por los cerebros, eso ya a gusto de cada uno.