Esta secuela empieza con la final girl de la primera película teniendo pesadillas sobre lo ocurrido en Crystal Lake, que viene siendo una excusa para meternos un resumen de todo el final de la primera película, aunque casi lo ponen entero. Inmediatamente después deja de ser Viernes 13 para convertirse en Scream, tras un brevísimo instante de Psicosis. Y maldito gato, qué susto me ha dado.
¿Por qué será que las final girl, o en general los pocos supervivientes de las películas anteriores, suelen durar tan poco en la siguiente película?
Un nuevo campamento, no muy lejos del anterior, y nuevos monitores. El panorama perfecto para una nueva escabechina, pero 40 minutos de película y, quitando lo mencionado en el párrafo anterior y la muerte del “loco del pueblo” que ya apareció en la primera, estamos sin muertes. Un slasher un tanto descafeinado, si se me pregunta.
La cosa tiene que ponerse un poco picantona para que se vaya animando, porque ya sabemos que en estas películas hay mucha relación entre desnudos/sexo y muertes. Y siempre tiene que haber alguna tormenta, como si así fuera a provocar más terror del que, spoiler, no provoca.
Una vez más, las muertes dejan muchísimo que desear, entre que son más falsas que una moneda de tres euros y que apenas hay sangre, aparte de que ocurren y ya, a otra cosa, la decepción sigue aumentando. Además, viendo que el asesino es claramente un hombre, y que se supone que ahora sí es Jason, pensaba que lo veríamos con la imagen que todos conocemos, pero no, no será en esta tampoco, ya que o no se le ve de frente o se tapa la cara con lo que parece un almohadón, pero no con la máscara de hockey. En serio, ¿cuándo Jason empezó a ser el Jason que se conoce? Por cierto, el momento El resplandor es sublime.
Lo extraño es que cuando todos pensamos en Viernes 13 pensamos en Jason, en su apariencia, su máscara, pero no es algo que sea marca de la saga, al menos no desde un principio. Me parece muy curioso que se haya forjado una imagen y una leyenda que en las primeras películas ni se esperaba, no como Freddy o Ghostface, siendo Freddy y Ghostface, al menos el traje y la máscara, desde la primera entrega de sus correspondientes sagas. También me parece muy curioso que esta saga sea uno de los grandes ejemplos de slasher y deja mucho que desear en ese sentido.
No merece la pena mencionar a ninguno de los personajes, aparte de que todos actúan fatal, como es costumbre, no hay ninguno que destaque por nada, todos pasan sin pena ni gloria y de algunos directamente ni se vuelve a saber nada desde determinado punto de la película, ni falta que hace.
Parecía difícil, pero esta secuela es aún más descafeinada que la primera, por mucho que por fin conozcamos al villano principal, más o menos. Lo mejor de todo, con diferencia, la aparición del final, no me la esperaba para nada, y obviamente me refiero a Muffin, el perrito, porque lo que pasa inmediatamente después es una copia descarada de la primera. Lo peor es que seguiré viendo las demás, por curiosidad pero sobre todo por puro masoquismo.
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