Unos minutos de "The Fallout" para presentarnos al personaje de la alegre Vada, una adolescente como tantas otras... Y unos minutos de su vida, relatada en tiempo real y atravesada por la peor ola de terror imaginable, para oscurecer instantáneamente su temperamento despreocupado. Acaba de producirse un tiroteo en su escuela. Encerrada en el pequeño cubículo de uno de los aseos de la escuela con Mia, una alumna influencer con la que tiene poco en común, Vada se esconde con ella, escuchando os disparos y los gritos desesperados de sus compañeros en un estado de miedo e impotencia totales. La policía interviene para controlar la situación, pero ya es demasiado tarde. La tragedia ha tenido lugar, dejando no sólo un gran número de víctimas, demasiado jóvenes, sino también secuelas psicológicas devastadoras en los alumnos supervivientes, incluida Vada.
¿Cómo pasar página frente a tanta desgracia? ¿Y gracias a quién? La dirección de Megan Park lo pone de manifiesto haciendo hincapié en determinados momentos o rostros: las personas que rodean a Vada parecen tan impotentes como ella para ayudarla. Las atenciones benévolas de sus padres hacia ella muestran sobre todo sus limitaciones para comprender su dolor, mientras que su hermana pequeña vive aún plenamente la inocencia de su edad, con una mirada a la vez distanciada de los acontecimientos y triste por la hermana mayor que ve alejarse (ella misma sólo recuerda a Vada la parte de su infancia que se perdió para siempre en la tragedia), Su mejor amigo abandonado, por su parte, convierte su trauma en militancia, tratando de demostrar a la opinión pública que los tiroteos en las escuelas y la libre circulación de armas en Estados Unidos han durado demasiado. En definitiva, nadie parece capaz de ayudar a Vada... Aparte de Mia, la persona con la que vivió sus momentos más aterradores.
Así, aunque el distanciamiento de Vada de sus allegados ya se percibe en las imágenes, la intimidad del vínculo único forjado entre las dos colegialas en medio de su calvario prima sobre todo lo demás. Su simple primer contacto a través de pantallas interpuestas tras el tiroteo se logra a través de primeros planos de sus rostros, de la verdad de las emociones a las que las dos estudiantes dan por fin rienda suelta tras las tímidas palabras que intercambian.
Poco a poco, el trauma derrite las fronteras artificiales de las apariencias entre las dos amigas, que nunca antes se habían dirigido la palabra. Lejos de la imagen perfecta de Mia retratada en las redes sociales, Vada descubre a una joven ya atrapada en una soledad que el shock de la masacre no ha hecho sino exacerbar. Convertidas en una fuente inagotable de apoyo mutuo, Vada y Mia se encierran en su propia burbuja para aliviar su malestar común.
A partir de ahí, "The Fallout" sigue evidentemente un camino catártico, o más hacia un paso a la edad adulta, bastante previsible en lo esencial, que lleva a Vada por el mal camino antes de devolverla a la buena senda. Pero donde otras películas se habrían hundido rápidamente en el patetismo más pesado dado su tema, la película de Megan Park nunca pierde de vista el carácter adolescente de su heroína (con el cóctel de sentimientos ambivalentes que eso conlleva) y casi literalmente lo mezcla en el tono de su historia para hacer surgir un sutil revoltijo de emociones que no necesariamente vimos venir.
Al dar ciertos giros a través, por ejemplo, de las nuevas experiencias "asombrosas" de Vada como forma de evadirse de su dolor, "The Fallout" sorprende por completo al optar por la ligereza e incluso se divierte con el espectador en esos momentos, en algunas escenas muy divertidas además, sin olvidar nunca subrayar el aspecto irrisorio y temporal de los paraísos artificiales frente a la cruel realidad. De hecho, aunque la negrura de la tragedia haya ensombrecido la juventud de Vada, el tono agridulce de la película, hábilmente manejado, casi se sostiene por sí solo por el tenue atisbo de alegría de vivir que, a pesar de todo, intenta perdurar y apoderarse de la joven.
Y justo cuando la última parte de la película, más sensiblera, empieza a asomar la patita, "The Fallout" vuelve a jugarnos una mala pasada, alternando a la perfección las lágrimas esperadas (¡y qué momentos más bonitos! ¡El intercambio con la hermana es notable!) y, con una facilidad desarmante, un buen número de sonrisas que no esperábamos ver en ese momento.
Como una agradable sorpresa final, el epílogo vuelve a sorprendernos en este sentido, dejándonos unos momentos finales terriblemente amargos, símbolos perfectos de la inteligencia de una película en la que el lado íntimo del dolor de Vada sirve también para subrayar lo absurdo de su origen, el de un mal tan aberrante en la América contemporánea, tan implacablemente repetido en todo el país desde hace tantos años que se ha convertido en algo habitual para la mayoría y que, sobre todo, impide a quienes se han enfrentado a él en primera línea pasar definitivamente la página de su trauma.
Pues bien, a pesar de un enfoque que a veces podría haber sido más audaz, esta primera película, escrita y dirigida por la actriz Megan Park, ¡ha sido una agradable sorpresa hasta su conclusión! ¿Y cómo no concluir celebrando a la muy prometedora Jenna Ortega en el papel de Vada? No cabe duda de que su fantástica interpretación tendrá un impacto positivo.

Es aburrida, así lo digo xD
Empieza con una premisa interesante sobre un tema de lo más relevante, pero tiene un desarrollo torpe. No se siente fluidez en el avance, es como un conjunto de escenas individuales pegadas, algunas puedes quitarlas, otras puedes cambiarlas de orden, y no variaría mucho la cosa. Los personajes son insípidos. Ni se profundiza en el tema que trata ni en la psique de los personajes.
Se deja ver pero se aprovecharía mejor el tiempo viendo el documental "Bowling for Columbine".