Darren Aronofsky no es conocido por hacer las cosas a medias, así que me acerqué con cierto temor a La ballena, que cuenta la historia de un hombre obeso que sufre una profunda depresión. La historia, que fluye perfectamente, adopta la forma de la obra A puerta cerrada, muy teatral con diálogos cuidadosamente elaborados, y nunca da la impresión de estar confinada en un espacio reducido. Trata algunos temas bastante difíciles, la patología del protagonista, por supuesto, pero también los del duelo y las relaciones familiares. Un menú copioso, pero bastante digerible. Imposible no mencionar la asombrosa interpretación de Brendan Fraser, que sin duda debería atraerle los premios a la mejor interpretación. Queda un punto de vista más personal, el de enfrentarse a una película humana y artísticamente notable, pero particularmente agotadora desde el punto de vista emocional.

Estos Oscars van a acabar conmigo... Cuando ya me había recuperado de la llorera que me entró con Living, vamos con The whale.

Realmente de no ser por Brendan Fraser y el papelón que se marca, la película no merecería ni la mitad. Y es que claro que veremos a otros personajes, cada uno aportando su granito de arena para bien o para mal, incluso ese repartidor misterioso, pero la película es Brendan y Brendan es la película.

Cada uno lidia con la pérdida y la tristeza a su manera, hay quienes se inundan de alcohol o caen en otro tipo de adicciones, para Charlie es la comida, intentando así llenar el vacío que le ha quedado. Y creo que en sí mismo es Moby Dick y Ahab, intentando escapar y a la vez intentando ***contenido con spoilers*** . Pero ante todo es una persona con un enorme corazón, capaz de ver lo bueno en cualquiera, incluso aunque le estén escupiendo a la cara, y es alguien rodeado de recuerdos, tristeza y soledad, y también alguien a quien es muy fácil querer, y si no que se lo digan a Liz.

Realmente no creo que la trama importe, tampoco es que tenga mucha, es una clase más de Charlie, en realidad de Brendan, nosotros somos sus estudiantes sentados frente a una pantalla y él nos está dando una clase magistral de interpretación. Ni siquiera tiene que abrir la boca, sus ojos lo dicen todo, como ese que se ve en el cartel de la película. Y junto a él tenemos a Hong Chau y a Sadie Sink como ponentes invitadas a su lección, nosotros sólo tenemos que observar y escuchar, y es que es muy difícil apartar los ojos, y no por el aspecto de Charlie, sino por todo lo que transmite.

Y al final de la clase, sólo queda aplaudir, si las lágrimas y el nudo en la garganta te lo permiten.

Darren Aronofsky lleva a la gran pantalla la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter —quien también firma el guion— para traernos 'The Whale', un sobrecogedor e íntimo relato que supone el esperado regreso del director a la gran pantalla y, sobre todo, la resurrección cinematográfica de un Brendan Fraser absolutamente magistral. Como ya hiciera años atrás con Mickey Rourke en 'The Wrestler', Aronofsky ha decidido apostar por un actor relegado al ostracismo para que encarnara todo el dolor, la amargura y la angustia que encierra el protagonista de esta historia: Charlie, un profesor de literatura inglesa que vive recluido en su pequeño apartamento y en el abismo de su propio duelo emocional. Marcado por los errores de su pasado y gravemente afectado por la obesidad mórbida que padece, Charlie tratará de reparar la relación con su hija adolescente Ellie, de hacer las paces consigo mismo y de hallar algo de luz en el pozo de oscuridad que da forma a su vida y a esta devastadora historia de almas olvidadas y deseos de redención.

La película, rodada en formato 4:3, nos confina así en ese reducido y, por momentos, opresivo escenario que es el piso de Charlie para realzar la sensación de soledad y aislamiento de un personaje que, pese a todo, nunca ha dejado de confiar en la bondad de los demás. A través de la infinita ternura y fragilidad que transmite su mirada, Brendan logra crear un crudo contraste entre el incansable optimismo que Charlie desprende y todo ese sufrimiento en el que se encuentra sumido. Una maravillosa interpretación que dota al personaje de una humanidad abrumadora y, al mismo tiempo, hace palpable el enorme sentimiento de culpa que atenaza la vida de un hombre que, por descorazonador que suene, asume que sus días están llegando a su fin. Un panorama que resultará excesivamente duro para muchos, pero que también guarda algo de esperanza para situar a 'The Whale' no solo como un trágico descenso hacia los infiernos de la autodestrucción personal, sino también como un conmovedor retrato sobre lo peor y lo mejor del ser humano y, en definitiva, sobre la vida misma.

Un intenso drama sobre la soledad y la culpa que se vuelve asfixiante por la puesta en escena y las limitaciones del protagonista. Cuando un guión es bueno sólo se necesitan buenos actores y un escenario, que se lo digan a 'Doce hombres sin piedad', pero son tres factores imprescindibles para que la película no decaiga.

Y las actuaciones son realmente buenas. Brendan Frasier está espectacular en un papel que es un caramelo para un actor, y si es un actor resurgiendo de las cenizas resulta más épico. Sadie Sink está demostrando ser una de las actrices con más proyección de 'Stranger things'. Y el papel de Hong Chau como amiga y enfermera me ha gustado mucho ejerciendo de contrapunto, quizás se está viendo eclipsada por otras actuaciones de actrices de reparto, pero hace una muy buena actuación.