
Rachel McAdams
Barbara Simon
Cuando su familia se muda de la ciudad de Nueva York a Nueva Jersey, una niña de 11 años navega por nuevos amigos, sentimientos y el comienzo de la adolescencia.
Hay películas que parecen no hechas para ti, y aun así te atrapan. "¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret" es justo una de esas. Visualmente sencilla, pero emocionalmente compleja, esta adaptación del libro de Judy Blume tiene un encanto raro que va más allá del típico "coming-of-age". La historia de Margaret, una niña atrapada entre religiones, cambios de casa, amistades nuevas y un cuerpo que empieza a cambiar, te toca sin necesidad de recurrir al drama fácil ni a la nostalgia impostada.
Lo que más me sorprendió fue lo natural que se sienten los diálogos, lo bien escritos que están esos momentos en los que una niña habla sola, intentando entender un mundo que no le da respuestas claras. Esa sensación de descoloque, de no saber quién eres ni a qué pertenecer, está tratada con mucho respeto y cero condescendencia.
Abby Ryder Fortson lo hace genial, de esas niñas actrices que no sobreactúan ni parecen robotizadas. Rachel McAdams, como la madre, está muy bien también, aunque siento que su personaje daba para mucho más. La trama secundaria sobre el pasado familiar de ella es interesante, pero se queda algo superficial. Eso sí, Kathy Bates se lo pasa pipa haciendo de abuela judía moderna y adorable.
Es una película que habla de la búsqueda espiritual sin dar respuestas, solo mostrando el proceso. Y eso, en estos tiempos, se agradece. No es una historia cristiana, aunque hable con Dios. Es una historia humana.
La película sigue la historia de Margaret, una niña a punto de cumplir doce años y que acaba de mudarse de la ajetreada Nueva York a un pequeño pueblo de Nueva Jersey. Allí conocerá a sus nuevas amigas, formarán un club secreto para hablar sobre temas íntimos como los chicos, los sostenes y su ansiedad por la primera menstruación.
Margaret no pertenece a religión alguna, y eso genera conflictos, sobre todo en su familia. Sin embargo, ella le cuenta a Dios, todo lo que le pasa, sus padres, sus amigas, su deseo de ser adulta cuanto antes, e incluso del chico que le gusta.
Una de las cosas que más me gustó de la película fue la actuación de la joven protagonista, interpretada por Abby Ryder Fortson. A pesar de su corta edad, Fortson logra transmitir las complejidades de su personaje de manera natural y emotiva. Además, la química entre ella y su madre, interpretada por Rachel McAdams, es excelente.
Otro aspecto positivo de la película es la dirección de Kelly Fremon Craig, quien logra darle al filme un toque fresco y actual, pero sin perder de vista el tono nostálgico de la novela en la que se basa.
La trama de la película es diversa y aborda temas relevantes como la amistad, la identidad y la religión. Sin embargo, la película logra hacerlo de manera ligera y divertida, por lo que nunca se siente pesada o forzada.
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