Basada en hechos reales, la película no es recomendable para estómagos sensibles, pues narra el período criminal del tristemente famoso asesino en serie alemán Fritz Honka. Lejos de huir de lo escabroso, se muestran algunas escenas de extrema violencia con detallada brutalidad. También este aspecto es lo que marca toda la película de un realismo sórdido (la vivienda del asesino, el pub que frecuenta y da título al film, "The Golden Glove"...) y la caracteriza en toda su negrura. Es casi imposible encontrar personajes al margen del dramático universo lumpen del protagonista y la sucesión de borrachos y viejas prostitutas es continua. La colorista ambientación, que recuerda más la pintura expresionista de entreguerras (Grosz, Dix...) que la de los más recientes años 70 que recrea, es una baza importante y muy bien tratada. Pero lo más terrible de todo es llegar a concebir esa cierta posibilidad de que el desarraigo que acaba en las psicopatías no es algo tan extraordinario tampoco en nuestra actual sociedad y de aquí finalizar con la estremecedora conclusión que sugiere el título de otra gran película de posguerra alemana: "los asesinos están entre nosotros". Mención aparte merece la brillante elección, la sorprendente sucesión de piezas musicales alemanas de carácter folklórico y ese humor negro tan premonitorio que proyecta la letra de la más repetida de ellas: "Una lágrima está comenzando este viaje. Ella viaja conmigo. El viento la llevará hacia las nubes. Y fue causada solo por ti..." Brutal en todos los sentidos.
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