Deseo, peligro. Dos realidades a priori opuestas pero, de algún modo, también irremediablemente ligadas entre sí. El peligro de anhelar lo que no debemos. El deseo de ansiar aquello que suscita riesgo. Una incesante lucha interna que Ang Lee, en su primera película tras la aclamada 'Brokeback Mountain', utilizaba para, una vez más, adentrarse en otra historia de amores imposibles. De pasiones furtivas. De personajes obligados a esconderse tras una máscara y cuyos destinos, entretejidos aquí sobre el convulso escenario de la Segunda Guerra chino-japonesa, parecen condenados a vivir sobre el filo de la navaja. Él, un colaboracionista chino que trabaja para los japoneses. Ella, una joven e inexperta espía entrenada para seducir al traidor. Un arriesgado juego de engaños con el que el director taiwanés, adaptando la novela homónima de Eileen Chang, nos invita a un sugerente baile cargado de erotismo y donde cada nuevo e incierto paso, haciendo honor al título, convertirá la mentira en incontenible deseo y este, a su vez, en inevitable peligro.

Lee orquesta así una doble trampa de seducción en la que su reconocible estilo, siempre tan sobrio e introspectivo, encuentra su necesaria contraparte en la propia naturaleza morbosa de ese romance prohibido. La calma tensa invade cada fotograma mientras el director, tomándose su tiempo a la hora de narrar una historia que se extiende hasta las casi tres horas de duración, juega con los extremos de un relato que, si bien se cocina a fuego lento, lo hace siempre sobre la incontenible llama que irradia la pareja protagonista en cada uno de sus encuentros. Polos opuestos entregados a esa lujuriosa pasión que tanto el veterano Tony Leung como la debutante Tang Wei, desde ese explosivo choque de mundos que supone el arrojo del primero frente a la inocencia y el temor de la segunda, llevan hasta un delicado equilibrio entre el remordimiento más absoluto y la carnalidad más visceral. Todo un despliegue de sensibilidad sobre ese desgarrador e irrefrenable impulso que es el deseo de amar y, a su vez, el peligro de hacerlo.

Un año después vuelvo a 'Deseo, peligro' tras aplazar la idea de revisionarla en varias ocasiones. Mantengo todo lo que me parecía criticable en un primer momento, tiene una duración excesiva y varios altibajos, pero cuando no te puedes desprender de una película es porque algo definitivamente funciona muy bien. Este es el caso de las grandes virtudes y los grandes momentos de esta gran película de Ang Lee, me fascina la soledad que desprenden sus personajes, el erotismo como seducción, expresión o escape, y la complejidad de sus personajes, especialmente una maravillosa y cautivadora Tang Wei pero también el galán del cine chino por excelencia, el gran Tony Leung. Al final es una película con mucho poso, con una gran estética, un complicado trasfondo político y una compleja evolución con una narrativa que extiende y acorta el tiempo a su propia medida. Seguramente vuelva a ella dentro de un tiempo, no será perfecta pero es indudablemente buena.