Críticas de Infinity Chamber

Imaginemos por un momento que nos despertamos en un pequeño cubículo, un reducido espacio del que no podemos escapar y donde somos obligados a vivir continuamente el mismo día mientras somos controlados por una entidad muy poco dada al diálogo. No, no se trata de un día más en la oficina sino de 'Infinity Chamber', una película de ciencia ficción de bajo presupuesto en la que seguiremos la pesadilla de Frank Lerner, un hombre que despierta en una celda automatizada sin saber cómo ni por qué ha llegado hasta allí. Su única compañía será la de Howard, una IA cuyo principal objetivo es el de mantener a Frank con vida mientras manipula una y otra vez los recuerdos de un momento concreto de su vida en busca de información.

Así, y con ciertas reminiscencias a otras obras del género como 'Cube' (en cuanto al concepto de personajes que aparecen encerrados en una habitación) o 'Source Code' (en lo relativo a los bucles temporales), el director Travis Milloy construye un juego psicológico en el que tanto Frank como nosotros deberemos intentar descubrir qué recuerdos de su frágil memoria son reales y cuáles no. Curiosamente, esto supone al mismo tiempo lo mejor y lo peor de 'Infinity Chamber', ya que esa continua dualidad estructurada en forma de bucle puede acabar resultando tan desafiante como repetitiva y confusa para el espectador. No cabe duda de que tiene mucho mérito hacer una película con tan pocos medios, pero lo cierto es que la idea no es tan novedosa como para destacar ni está ejecutada con el mismo atractivo que otras como las ya mencionadas 'Cube' y 'Source Code'. Para cubículos sobrecontrolados y anodinos me sigo quedando con la oficina, que al menos tiene máquina de café y conexión a internet.