Críticas de Polina, danser sa vie
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Una bailarina viaja a Moscú para integrarse en el prestigioso Ballet Bolshoi.
RESEÑAS Y VALORACIONES DE Polina, danser sa vie
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9 / 10
Además de los tiburones y los vampiros hay otro género que me hace deleitarme … la danza, en especial la danza clásica.
Antes de ver esta película, me temía todos y cada uno de los clichés que casi siempre son inherentes a las producciones que tratan del mundo de la danza… una joven bailarina, desequilibrada ante un jurado durante una audición de suma importancia, pierde los nervios y pide que se vuelva a poner la música al principio y que se le dé una segunda oportunidad, o esa bailarina pierde a alguien y no puede hacer la audición o incluso no puede volver a bailar hasta casi el final de la película… os suenan los argumentos.
Pero,” Polina “ fue una sorpresa, ya que puede verla cualquier espectador, incluso si no le gusta el ballet. La película es hermosa, evita muchos de los clichés asociados a la danza, la adolescencia, la transmisión, Rusia y el éxito. Me ha gustado todo de esta película. Dotada como bailarina, la pequeña Polina es seleccionada para tomar clases con Bojinski, un maestro de altísimo nivel temido y admirado a la vez. En el curso de sus enseñanzas, que sigue durante años, Polina, ya una niña, desarrolla una compleja relación con su mentor, a medio camino entre el antagonismo y la sumisión. Mientras se prepara para ingresar en el prestigioso Ballet Bolshoi, su descubrimiento de la danza contemporánea le provoca un profundo replanteamiento. Uno de los puntos esenciales de la película es la música. Desde los primeros minutos de la película, las notas musicales llevan al espectador a un viaje que comienza en Moscú, pasa por Aix-en-Provence y París, y termina en Amberes, Bélgica. Al terminar los créditos, el público se encuentra sin aliento, sin palabras y aún conmocionado por la escena final; la música desempeña un papel importante en esta obra dotándola de infinitos sentidos. La banda sonora acompaña a los protagonistas, pero también transmite significado y completa la historia.
La imagen añade una verdadera dimensión a la historia. La imagen es hermosa y nunca te cansas de mirarla. Los directores, Valérie Müller y Angelin Preljocaj, juegan con el desenfoque y el color. Los colores cambian a medida que la bailarina crece. Durante su infancia, los tonos son suaves, y se vuelven más firmes con el paso de los años. El trabajo de cámara es fuera de lo común. Las escenas de baile están captadas con emoción y espontaneidad. La cámara baila con los intérpretes, creando una sensación mágica para el público.
La interpretación también es muy buena. Destacan las interpretaciones de Nastya Shevtzoda, Niels Schneider y Jérémie Bélingard. Estos actores/bailarines están dirigidos por Valérie Müller y Angelin Preljocaj, la primera directora profesional y el segundo coreógrafo. Juliette Binoche, la estrella del reparto, interpreta a una coreógrafa de Aix-en-Provence. Consigue ser creíble. En conclusión, como habéis deducido, me resulta difícil encontrar algo negativo en esta película.
Antes de ver esta película, me temía todos y cada uno de los clichés que casi siempre son inherentes a las producciones que tratan del mundo de la danza… una joven bailarina, desequilibrada ante un jurado durante una audición de suma importancia, pierde los nervios y pide que se vuelva a poner la música al principio y que se le dé una segunda oportunidad, o esa bailarina pierde a alguien y no puede hacer la audición o incluso no puede volver a bailar hasta casi el final de la película… os suenan los argumentos.
Pero,” Polina “ fue una sorpresa, ya que puede verla cualquier espectador, incluso si no le gusta el ballet. La película es hermosa, evita muchos de los clichés asociados a la danza, la adolescencia, la transmisión, Rusia y el éxito. Me ha gustado todo de esta película. Dotada como bailarina, la pequeña Polina es seleccionada para tomar clases con Bojinski, un maestro de altísimo nivel temido y admirado a la vez. En el curso de sus enseñanzas, que sigue durante años, Polina, ya una niña, desarrolla una compleja relación con su mentor, a medio camino entre el antagonismo y la sumisión. Mientras se prepara para ingresar en el prestigioso Ballet Bolshoi, su descubrimiento de la danza contemporánea le provoca un profundo replanteamiento. Uno de los puntos esenciales de la película es la música. Desde los primeros minutos de la película, las notas musicales llevan al espectador a un viaje que comienza en Moscú, pasa por Aix-en-Provence y París, y termina en Amberes, Bélgica. Al terminar los créditos, el público se encuentra sin aliento, sin palabras y aún conmocionado por la escena final; la música desempeña un papel importante en esta obra dotándola de infinitos sentidos. La banda sonora acompaña a los protagonistas, pero también transmite significado y completa la historia.
La imagen añade una verdadera dimensión a la historia. La imagen es hermosa y nunca te cansas de mirarla. Los directores, Valérie Müller y Angelin Preljocaj, juegan con el desenfoque y el color. Los colores cambian a medida que la bailarina crece. Durante su infancia, los tonos son suaves, y se vuelven más firmes con el paso de los años. El trabajo de cámara es fuera de lo común. Las escenas de baile están captadas con emoción y espontaneidad. La cámara baila con los intérpretes, creando una sensación mágica para el público.
La interpretación también es muy buena. Destacan las interpretaciones de Nastya Shevtzoda, Niels Schneider y Jérémie Bélingard. Estos actores/bailarines están dirigidos por Valérie Müller y Angelin Preljocaj, la primera directora profesional y el segundo coreógrafo. Juliette Binoche, la estrella del reparto, interpreta a una coreógrafa de Aix-en-Provence. Consigue ser creíble. En conclusión, como habéis deducido, me resulta difícil encontrar algo negativo en esta película.
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