Después de haber visto la primera y anterior película de Rosales "Las horas del día", sorprendente y muy bien realizada, tenía bastante curiosidad por ver algún día su siguiente y última película hasta la fecha, premios Goya aparte, también debido a su tan actual temática y alabado carácter innovador. Debo decir que, cuanto menos, me ha defraudado. Y no poco.

Para representar frescos cotidianos no es necesario caer en lo anodino con acentuaciones en lo muy improbable (spoiler) o en lo totalmente previsible (spoiler). En su categoría de cine español, también premiada con Goyas varios -incluído el de a la mejor película- y también concerniente a soledades varias, la predecesora "Solas", de Benito Zambrano, le da repasos por todos lados, empezando por el de la más directa humildad en su forma de exposición, ya desde su mismo título, que sitúa al espectador pero no hace alarde de categoría. También porque aquella planteaba una historia lineal, de personajes sencillos, pero con una tragedia creíble, urdida por un mejor guión -sin innecesarios circunloquios- en el que no sobraba ni un plano y finalmente, venía respaldada, sin querer desmerecer, por mejores actores que en la presente.

Los supuestamente originales encuadres con la pantalla dividida, por mucho abuso que se haga de ellos, ya formaban parte de la historia del cine casi desde sus inicios. Y respecto a los planos con dos personajes enfrentados (¡siempre en una mesa!) con su alternancia y subjetiva mirada a cámara simulando el lugar del interlocutor, ya estaban, que se me ocurra ahora, en "Buffalo 66", de Vincent Gallo. O sea, que menos alardes de pretenciosa innovación...

Por último, su casi inexistente progresión dramática hacen de "La soledad" una película lenta, de las que deseas ver finalizar, donde sobra el epílogo, y tiene un excesivo metraje para lo poco que muestra. Sin necesidad de rememorar a "El Séneca", en una tertulia de bar de pueblo puedes escuchar observaciones de la vida más agudas y menos aburridas de boca de cualquier grupo de anónimos tertulianos.