Apenas habían pasado tres años desde ese oscuro e interesante debut que fue 'Sangre fácil' cuando Ethan y Joel Coen, dando rienda suelta a su particular sentido del humor, viraron completamente hacia la comedia con la hilarante 'Raising Arizona', una afilada sátira del sueño americano cargada de mucha mala leche, momentos surrealistamente absurdos y personajes que no suman ni dos neuronas entre todos. Una explosiva fórmula que tan solo necesita unos pocos minutos —los que dura su brillante prólogo— para sintetizar el tono que seguirá el resto de la película y acercarnos a la vida de Hi y Edwina, un peculiar matrimonio que decide, en respuesta a sus problemas de fertilidad, robar uno de los quintillizos que acaba de tener una adinerada familia local. "Es injusto que unos tengan tanto y otros tan poco", defiende Hi antes de embarcarnos a todos, espectadores incluidos, en una delirante road movie tan disparatada en su parte cómica —muy apoyada en el slapstick puramento físico— como incisiva en su paródico retrato de la América profunda.

Curiosamente, y a pesar de ese afán ridiculizador, los directores no solo no quieren demonizar a sus personajes, sino que además se esfuerzan por demostrar un infinito cariño por ellos y por todos los errores que han cometido en sus vidas. Al fin y al cabo, tanto Hi como Edwina —a cargo de unos geniales Nicolas Cage y Holly Hunter— no son más que meras víctimas de unas circunstancias que los Coen, exprimiendo al máximo los registros de ambos protagonistas, se encargan de teñir de cierto aura de tristeza que, lejos de causar rechazo, no hace sino despertar simpatía en nosotros. La armonía entre esa parte más entrañable y la más gamberra, aderezada a su vez por la mordacidad que salpica a unos diálogos llenos de veneno, se mantiene siempre en un delicado equilibrio tan capaz de arrancarnos una sonrisa como, al mismo tiempo, de apelar a la melancolía de una historia que, ante todo, no es más que el amargo reflejo de todos aquellos sueños que nunca se llegaron a cumplir. Una película a ratos absurda, a ratos enternecedora y, desde luego, siempre alocadamente divertida.

Ser de los 90 me llevo a conocer otro tipo de películas de los Coen, en concreto de sus comedias me llevo a conocer O Brother, Ladykillers, Quemar después de leer o Hail Cesar, comedias que aunque puedan sacar una sonrisa dejan bastante que desear, pero descubrir sus anteriores comedias me hace ver lo geniales que podían a llegar a ser en este genero. Toda la locura no solo de la historia sino también de los personajes. Es una maravilla. Los movimientos de cámara, las persecuciones con esa música, todo una maravilla

Y ese final abierto a lo que puede ser el futuro, es genial