Críticas de Can-Can

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París, 1896. Aunque el descocado Can-Can ha sido prohibido, en el café de una encantadora mujer (MacLaine) se sigue bailando para deleite de sus clientes. Y puede hacerlo impunemente porque su astuto abogado (Sinatra) tiene a un juez corrupto (Chevalier) entre la espada y la pared. Pero el lucrativo negocio se va al garete, con la llegada de un nuevo juez (Jourdan), que decide prohibir definitivamente ese baile tan inmoral.

1960
142 min
Música Comedia Romance

RESEÑAS Y VALORACIONES DE Can-Can

6 / 10
Can-Can es una película musical de 1960 dirigida por Walter Lang y protagonizada por Shirley MacLaine. Una adaptación del musical de Broadway escrito por Cole Porter, este largometraje nos transporta al París fantástico de la Belle Époque, donde el cancán electrizaba los cabarets y escandalizaba a los santurrones. Simone Pistache ( Shirley MacLaine), es una mujer independiente y atrevida que regenta un cabaret donde se baila el cancán, a pesar de la prohibición legal. Simone llena de vida y carácter lucha por defender su derecho a la libertad artística. Pronto se encuentra en el centro de un triángulo amoroso entre un abogado permisivo (Frank Sinatra) y un juez moralista (Louis Jourdan). Este punto de partida proporciona un pretexto ideal para una serie de espectaculares escenas de baile, números musicales y tensión romántica al estilo de los años 60. Shirley MacLaine brilla en este papel. Aporta a Simone una energía chispeante, vulnerabilidad y una presencia escénica innegable. Su alegría interpretativa y su facilidad para los musicales es de alabar (aunque es igual que muchos de los que interpretaba en la época), incluso cuando el guión se vuelve previsible. Junto a ella, Frank Sinatra actúa con su encanto habitual, aunque a veces en un segundo plano, mientras que Louis Jourdan interpreta a un ambiguo antagonista con una elegancia fría típicamente francesa. La reconstrucción del París de la Belle Époque está muy estilizada, con decorados y vestuario llamativos. Las coreografías también están muy cuidadas. Aun así, en ocasiones el guión carece de profundidad y la trama da vueltas sobre sí misma. El romance es convencional, los conflictos morales están tratados de forma bastante simplista. La música de Cole Porter, merece un apartado especial porque es lo mejor de la película, aunque modificada para la película, conserva cierta chispa de Broadway. Hay melodías pegadizas como «I Love Paris». En definitiva, Can-Can es un entretenimiento agradable, apoyado en la radiante interpretación de Shirley MacLaine, pero no siempre consigue ir más allá del simple marco de un musical clásico de Hollywood.

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