Biopic del famoso pintor impresionista Vincent Van Gogh, que retrata su atormentada vida a partir de su obra, que no es más que un reflejo de la ansiedad, la sensación de fracaso y la soledad que lo llevaron, finalmente, a la locura.
Biopic sobre la vida del atormentado pintor Vincent van Gogh dirigido por su tocayo Vincente Minnelli en 1956. La pantalla se transforma en un lienzo sobre el que Kirk Douglas —sobresaliente en la compleja interpretación de van Gogh— aplica firmes pinceladas de esa gran pasión, fuerte temperamento y enorme fragilidad que definían la personalidad del pintor neerlandés. Junto a él destaca también la actuación de Anthony Quinn como Paul Gauguin, breve pero intensa, al igual que la tortuosa amistad entre ambos.
El guion está basado en las cartas que Vincent mandaba regularmente a su hermano Theo —la única persona que siempre le apoyó—, por lo que la fidelidad del relato es todo lo precisa que podríamos desear, salvo en algunos detalles que todavía a día de hoy no están del todo claros. En definitiva, una obra que, aunque no pueda captar toda la genialidad de van Gogh, merece, como cualquiera de sus pinturas, ser vista al menos una vez.
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