Cuando la muerte del líder soviético Iósif Stalin exige un luto silencioso el día de su boda, la celebración de una joven pareja rumana da un giro inesperado.
He leído críticas que ponen a esta película por las nubes sólo por el mensaje político que se insinúa bajo la historia rural de dos jóvenes casamenteros, pero sinceramente ni el mensaje me parece para tanto, ni tan siquiera soy capaz de centrarme en eso cuando se ven los micrófonos cada 10 minutos y la actuación de los personajes parece digna de una obra teatral de fin de curso.
Si a eso le sumamos escenas totalmente fuera del ritmo, como una parodia del cine mudo de medio siglo antes o una huida en stop motion hacia el cementerio en una escena que debía ser de miedo, resulta imposible tomarse esta película en serio. Quizá un tono más parecido al de La vida es bella, donde se destila humor por debajo del drama, habría sido más apropiado para una película que partía de un buen evento histórico como centro del guión.
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