Anochece en la India, es una de esas bromas que te tiene preparada la vida.
O en este caso el Sr Chema Rodríguez-Calderón que merece ser empalado por tal esperpento, por llamarlo de alguna manera y que me perdone mi admirado Valle-Inclán por nombrarlo cerca de ese señor.
Pues este Don Chimo resulta que es autor de teatro con mas de 50 obras y escritor, actor y titiritero para redondear, quizás ahí sepa defenderse bien, pero lo que es haciendo cine, menudo sopor.
Yo entré aquí por Juan Diego, tenia ganas de ver una de las últimas películas de esta leyenda, una de las glorias del cine patrio y por un galardón escondido, para que vamos a obviarlo.
Y en menudo chuzo me he metido.
Podría tener buenas intenciones poniendo al veterano actor en una silla de ruedas, pues su personaje es un discapacitado con bastante mala leche y una lengua viperina cargada por años de amargura. A su cuidado está Dana, una mujer rumana de armas tomar y con una cara palo que acojona nada mas mirarla.. Pero es que para tratar al perlas de Ricardo hay que haber pasado por la legión intentando adiestrar a su cabra, o a los reclutas, para el caso lo mismo .
El amiguito Ricardo en su pasado llevaba a los Hippies en su furgoneta rumbo a la India para sus perroflautadas y tras una mala noticia decide dejarlo todo, vender la casa y para la ruta de la seda que es allí donde mueren los elefantes como él. Quiere acabar sus días con una antigua novieta que dejó por allí en su ultimo viaje.
Decide darle boleto a la rumana y poner un anuncio para encontrar alguna persona que cobre por llevarlo hacia la India y de paso y por prescripción médica hacerle unas manualidades en los bajos, para aliviarle la próstata.
Este es el único punto gracioso de la peliculita.
Pero la rumana no está por la labor de dejarlo y hasta el ultimo momento insiste en acompañarlo alegando que se quiere volver a su país y que el viajecito del jefe le pilla de camino.
Aprender modales a estas alturas es misión imposible y la persona que se encarga de empezar la odisea decide a las primeras de cambio darle el palo al amigo Ricardo.
Entonces empezarán las autenticas penalidades para esta parejita, pero la voluntad sin sentido de ella y la cabezonería de él los llevarán bastante lejos, aunque con más carambolas que aciertos propios.
Y a medida que transcurre el viaje, más irrisorio se hace el guion y pierde aguas por todas partes, sin mencionar el final que merece un harakiri tras ver aparecer los créditos finales.
Y lo peor de todo es que ni se disfruta por los paises por donde transitan ni ven anochecer en la India, así que nos han timado hasta en el título.
Por no hablar de la encubierta historia de amor, que no se sostiene ni con alambres.
Por eso propongo otro titulo que seguro que hubiese triunfado en los años setenta y quizás si el director hubiese tirado por ese tipo de cine nos lo habríamos pasado mejor, aunque también suene a chiste.
- Erase un español castrado, una rumana de servicio y un bellezón sueco que se van para la India.