The Cockettes fueron una compañía de teatro de San Francisco fundada en 1969 y disuelta en 1972, pero para su corta duración debieron de ser un auténtico fenómeno, sobre todo por lo adelantados a su tiempo que estaban. Hombres vestidos de mujeres, o mujeres barbudas como algunos pensaban, transformismo, libertad sexual, drogas, canciones, bailes, críticas ácidas a los políticos de la época… Vamos, como Woodstock pero a lo bestia y durante más tiempo, pero se nota que compartían época, todo muy hippie y una auténtica locura que seguramente trajo de cabeza a unos cuantos. Pero si en pleno 2024 hay gente que aún se escandaliza con según qué cosas, no sé qué habría pasado si se encuentran con este grupo tan peculiar, les habría explotado la cabeza.

Este documental nos cuenta lo que supuso ese fenómeno, desde que George Edgerly Harris III decidió cambiarse el nombre a Hibiscus, mudarse a Kaliflower (sí sí, habéis leído bien, me parto con el nombre), ponerse vestidos y maquillarse de manera psicodélica y, tras compararse con Jesucristo, fundó The Cockettes. Algunas personas que vivieron ese fenómeno nos hablan de la auténtica locura que debió de ser, refiriéndose a ello, entre otras maneras, como “anarquía sexual”, mujeres vestidas de hombres, hombres vestidos de mujeres, algunos directamente desnudos, heterosexuales, homosexuales… Libertad pura y dura. Y sabiendo cómo debían de ser en la época, y más aún cómo eran y son en Estados Unidos, me extraña que no se cargaran a alguien sólo por ser como le daba la real gana sin molestar a nadie. Pero es que además iban a verlos personalidades de todo tipo, famosos de la talla de Angela Lansbury, cantantes, políticos… Nadie se quería perder semejante espectáculo, y menos después de hacer un cortometraje sátira sobre la boda de la hija de Richard Nixon. Hasta Divine actuó con ellos.

El documental es muy interesante porque, como ya he dicho, a día de hoy aún hay mil barreras y asesinan gente por ser quien y como quiere ser, y The Cockettes hizo lo que les dio la real gana, rompieron con todo, no dejaron títere con cabeza y fueron aclamados, e incluso siendo tan breve su existencia en 2002 tanta gente hablaba de ellos, y seguramente a día de hoy aún son recordados. Esto demuestra que el mundo necesita más canciones, más bailes, más colores y más purpurina, pero sobre todo más libertad en todos los sentidos. Que cada uno haga lo que le dé la gana siempre que no haga daño a nadie, que vista como quiera, que salga con quien quiera y que se identifique como quiera. Necesitamos juzgar menos y ser un poquito más felices.